Al contratar un seguro por medio de una Correduría se cuenta con sus servicios, pero sin mayor coste para el cliente ya que la comisión la asume la compañía y el precio es el mismo que si se contrata directamente con la compañía.
Esto es más fácil de entender si se comprende el servicio que representa para el cliente y para la compañía el corredor de seguros:
– El cliente se beneficia de un asesor experto que gestiona sus contratos de seguro y le representa ante la aseguradora en los trámites necesarios para la emisión, modificación o cancelación de la póliza, así como en cualquier eventualidad que pueda surgir: siniestros, renegociaciones de las primas…
– Pero el cliente no es el único beneficiado. La Correduría capta el cliente y gestiona sus pólizas, labor de la que queda liberada la Compañía (funciones de comercialización y gestión). De esta forma, la labor de la Compañía queda muchas veces reducida a la recaudación de la prima y al pago del siniestro.
Un buen ejemplo de esto es el hecho de que, en ocasiones, la Correduría representa un volumen de clientes tan importante para la Compañía Aseguradora que ésta está dispuesta a ofrecerle el contrato de seguros en condiciones más ventajosas que a un particular que se dirija directamente a la Compañía.
Cuando he tenido un siniestro tengo que “pelear” con la Correduría para que me pague el siniestro.
No. Es la Correduría la que gestiona el siniestro, pero no lo paga. Es la compañía la que asume el riesgo y los corredores los que defienden las pretensiones del cliente frente a ésta. Es por ello muy importante que, al igual que en la relación profesional entre un abogado y su cliente, el asegurado sea completamente honesto con su corredor, para que éste pueda defender adecuadamente y de la mejor manera posible sus intereses.